La Humanidad o Nosotros (L.H.O.N.), lo nuevo de Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur
¿Cómo debería sonar hoy tu banda del siglo pasado? Cuando se separaron, allá por 2001, Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur tomaron caminos bien distintos. Dante se tiró de cabeza en el universo del hip hop y buscó la aceptación de los cultores locales. Emmanuel probó de todo y encontró varios hits en su lado más romántico. Reunidos una década después, retomaron exactamente donde habían dejado, pero con energía renovada y un muy buen disco, Chances, con el que sortearon con éxito las dudas iniciales. Si hubo mucho de arrojo, de tirarse a la pileta y ver con qué se encontraban, ahora con su sucesor, La humanidad o nosotros (o L.H.O.N.) todo parece estar medido y calculado.
«Aleluya», en el comienzo, es un gran tema Kuryaki. Con aires de serie policial de los 70 (como Las calles de San Francisco), está llamada a sumarse rápidamente a la colección de hits del dúo con banda. Un funky irresistible y una letra que se permite transmitir un mensaje tan simple como claro: «transformar el dolor en amor». Tras ella, el primer single, «Gallo negro»: aquí nos es revelada su intención: sonar más latinos que latinoamericanos, erigirse, gracias a la sólida banda que los acompaña, en un combo de estética amplia, permeable al son, a la salsa, a la canción romántica con gusto caribeño y a mantener en pequeñas dosis el funk-soul-rap bastardo que tan bien les sienta.
«Yo sigo siendo un hombre libre hasta que prueben lo contrario», cantan en el inicio de la sensual «Hombre libre», otra gema de funk irresistible. Luego bajan los decibles con «Sigue», un tema que tiene algo del Stevie Wonder más pop y mucho de las canciones Disney por demás edulcoradas. «Ey Dios», con la compañía de la mexicana Natalia Lafourcade, «Los Ángeles» y «Estrella fugaz» (con otra voz latina invitada, la del r&b Miguel) completan el segmento menos Kuryaki del disco. Poco rap, poco de ese sentido del humor que supo caracterizar al dúo.
Antes que le bajemos el pulgar al disco, «Ritmo mezcal» nos recuerda que estamos escuchando a Dante y Emmanuel. «Las chicas me endulzaron con su miel» cantan y nos imaginamos a Prince guiñando un ojo en señal de aprobación. Se vuelven disco en «África», misteriosos en «Espantapájaros» y cancionistas en las finales «El árbol bajo el agua» y «Mi futuro», casualmente las únicas firmadas individualmente (de Dante la primera y de Emmanuel la segunda).
Fuente: La Nacion
