EL NOTABLE GUITARRISTA ERIC CLAPTON REGRESO CON «I STILL DO», UN DISCO MUY VARIADO ESTILÍSTICAMENTE, MIENTRAS QUE ALFREDO PIRO TOMA EL CANCIONERO ROCKERO ARGENTINO CON SU PARTICULAR ESTILO EN «CANCIONES USADAS».
ERIC CLAPTON, “I STILL DO”:
La leyenda de la guitarra Eric Clapton celebra los 40 años del lanzamiento de su recordado disco “Slowhand” con una nueva colaboración con Glyn Johns, el reconocido productor de ese álbum, en un trabajo que oscila entre los clásicos bluseros y el estilo que el ex Cream desarrolló entre los ’70 y los ’90, con un sonido más cercano al pop y al rock británico.
En medio de rumores sobre problemas de motricidad que le impedirían tocar la guitarra, Clapton se apoya en doce composiciones, apenas dos de ellas propias, para darle forma a su trabajo número 23, en donde realiza un paneo de las diferentes vertientes musicales que lo consagraron como uno de los artistas más prestigiosos del rock mundial.
Además de la producción de Johns, el diseño de portada realizado por Peter Blake, el mismo que realizó el famoso collage pop que ilustró al “Sargent Pepper’s Lonely Hearts Club Band” de The Beatles, le da al disco un aire de “obra clásica”.
El resultado final arroja un conjunto de piezas que podrían ser disfrutadas en una escucha nocturna relajada, que lleva a momentos de ensoñación con el uso de acordeones efectuando el trabajo que en otros casos realizaría una armónica, mandolinas, suaves pianos reverberantes, órganos Hammond y guitarras que entrecruzan sutiles fraseos.
La entrada del disco es a puro blues tradicional del Misisipi, con “Alabama woman blues”, de Leroy Carr, aunque la posterior seguidilla con “Can’t let you do it”, de J.J. Cale, y “I will be there”, de Paul Brady y John O’Kane, advierten que esa es sólo una de las facetas estilísticas del disco.
En el primer caso, aparece la canción cercana al pop y el rock, similar a las lecturas de temas como “After midnight” o a la etapa del disco “Journeyman” editado a finales de los ’80. Este corte es seguido de una balada que nos acerca al multipremiado Clapton del “Unplugged” para la MTV.
Una curiosidad: “I will be there” presenta como invitado a Angelo Mysterioso, en guitarra acústica y voces, un artista que no se revela quién es. Si bien durante muchos años este fue un seudónimo usado por George Harrison, tal como ocurrió por caso en el tema “Badge”, de Cream, Clapton negó que se trate de una vieja grabación del ex beatle o que sea su hijo Dhani Harrison.
Incluso, los responsables de la prensa del artista dijeron que “nunca revelarían” la identidad del enigmático invitado.
El blues regresa en el cuarto corte, titulado “Spiral”, una de las composiciones propias, aunque más alejado del Mississippi y más cercano a las lecturas inglesas que en los ’60 realizaron del género los artistas británicos. Con aires a “Old love”, de “Journeyman”, esta canción aparece como uno de los puntos altos del disco, con un ritmo intenso y contrapuntos de voces y fraseos de guitarra.
Lo sigue otra composición de Clapton, “Catch the blues”, que más allá del título, tiene un leve toque latino en su percusión, una entrada suave y una guitarra con fuzz, casi una marca registrada de este guitarrista.
El sonido blusero que recrea a las antiguas escuchas con crujir de púa se hace presente en “Cypress Groove”, con un ritmo arrastrado, una guitarra distorsionada llevando de manera pesada el tema y el acordeón haciendo las veces de armónica. “Little man, you’ve had busy day” es otra bella balada que remite al “Unplugged”, con una instrumentación minimalista y Clapton cantando en un tono que le sienta cómodo. Sin embargo, la infaltable composición de Robert Johnson se hace presente con el tema “Stones in my passway” y vuelve a poner al disco en la senda del blues tradicional. La seguidilla que cierra el disco incluye “I Dreamed I saw St. Agustine”, una composición de Bob Dylan, incluida en “John Wesley Harding” de 1967, que en este caso es tratada de manera similar a la lectura que en su momento Clapton hizo de otro clásico como “Knocking on heaven’s doors”; la tradicional canción “I’ll be there”, ideal para entonar en una avanzada sobremesa; “Somebody’s knocking”, otra pieza de J.J. Cale; y un final suave y reflexivo de la mano de “I’ll be seeing you”, con un exquisito entramado de piano y guitarra.
Aunque no llega a estar a la altura de sus mejores trabajos, “I still do” es un buen disco que nos recuerda el aporte sonoro que Clapton hizo a la música popular.
ALFREDO PIRO, ”CANCIONES USADAS”:
El cantante Alfredo Piro lanzó su séptimo disco, “Canciones usadas”, en el que vuelve sobre sus pasos y revisa parte de su historia con la música, sin apelar a la nostalgia.
A partir de un sonido acústico e íntimo recrea canciones del rock argentino de los 80 que marcaron su adolescencia, una etapa en la que el cantor vivió en plenitud el circuito del under porteño.
Sin caer en lugares comunes ni artificios, Piro pone su voz grave y elegante al servicio de canciones poco transitadas como “A veces llamo” de Fricción, y “Una señal en el agua” de Don Cornelio y la Zona, dos bandas de culto que se impusieron por esos años. Aquí también se anima a cantar otras menos oscuras como “Amanece en la ruta” de Zavaleta en Sueter, y a entonar la bella melodía de “Habitantes” de Daniel Melero.
Guitarras acústicas y criollas y una percusión chiquita se escuchan en estas nueve piezas elegidas con delicadeza y encaradas desde la idea de rescatar a la canción en su estado más puro.
Una versión folk de “Ana no duerme” de Luis Alberto Spinetta, y su envolvente versión de “Estallando desde el océano” de Sumo, que el músico logra hacer suya, son otros de los títulos que incluye en el sucesor a “El tiempo de los necios”, su primer álbum de canciones propias, con el que empezaba a tomar distancia del tango, sin abandonarlo.
Así, fiel a su espíritu inquieto, Alfredo Piro sorprende con un disco redondo que invita a redescubrir joyas de un repertorio que se mantuvo en los márgenes y que merecía volver a la luz.
REY PRIMATE, “REY PRIMATE”:
El ep «Rey Primate», debut discográfico de la banda homónima, trae aires de rock alternativo y sónico de los ’90 con letras que expresan cansancio por la vida citadina costumbrista.
La presentación de este cuarteto de la localidad bonaerense de Beccar viene con cinco canciones en un total de 20 minutos y monedas, durante los cuales las guitarras y los graves se apoyan en una rítmica de redoblantes.
Así, «Perro no ladra» recuerda a aquel under, pero sin teclados, por el que supieron andar los Babasónicos o Juana La Loca, antes de que ambos grupos saltaran al estrellato.
Dentro de su desprolijidad, Rey Primate tiene personalidad y muestra algunos destellos propios, como esa ecléctica «El mago», donde pasa de un ska punk a lo The Clash, que se mezcla con un hip hop rockero, para terminar en un redoble al mejor estilo hard rock. El nombre de la banda surge a partir de la inconformidad con los vínculos sociales establecidos y la propuesta a un estilo de vida más abierto y sincero, que se ve reflejado en sus letras.
Según el propio grupo, que muestra influencias de Soda Stereo, Rey Primate es “la personificación de estas ideas que tratan sobre romper paradigmas y proponen volver a lo simple”.
El cuarteto está formado por Franco Etchebarne (Guitarra y Voz); Santiago Cavallero (Guitarra y Coros); Ignacio Etchebarne (Bajo y Coros) y Manuel Etchebarne (Batería y Coros).