En la columna de género y diversidad sexual que desarrolla Nicole Erazo, se pone de manifiesto, semana a semana, como la Policía de Salta vulnera de manera absoluta los derechos de las personas trans en nuestra ciudad.
Los relatos que se repiten son elocuentes y detallados. Todos poseen los datos necesarios, lugar y hora exactos, descripción precisa del vehículo y de los uniformados. En la totalidad de los casos están presentes la prepotencia, maltrato, desprecio, falta de respeto y el uso permanente de la violencia física hacia personas transgénero de nuestra comunidad.
En la mayoría de los casos reportados, ese accionar policial, no tiene ninguna consecuencia, es decir, quedan impunes y esta impunidad de la que gozan, garantiza y asegura su permanente repetición y entonces, es constante. A esta altura podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que es muy difícil ser una persona transexual en Salta en pleno siglo XXl.
El caso de esta semana es el de Violeta González, que con un tono muy compungido nos relató: “estaba con dos amigas en barrio San Silvestre, nos dirigíamos a buscar un amigo en su cumpleaños que vive en Palermo, era pleno mediodía del miércoles pasado. En ese momento pasó un patrullero, nos ven, se baja un policía que ya me conoce y yo lo reconozco. Se acerca y me insulta diciéndome ¿qué haces ahí puto de mierda? me dijo que me vaya a mi casa, esta no es hora de que estés en la calle dando asco, no sé cómo decirlo, la verdad que el tipo fue muy ofensivo”.
“Obviamente que nosotras nos fuimos, entonces ellos nos siguieron, estaban viendo que hacíamos y se bajó el mismo que me había insultado, me volvió a insultar, te dije que vayas puto de mierda, me pegó en la espalda, me pegó en el brazo, me pegó en la nuca y el último el último golpe fue la cabeza, me pegó una trompada en la cara y después me dio directamente en la cabeza con la cachiporra, me partió la cabeza y ahora tengo cinco puntos y estoy muy dolorida”.
Obviamente no era la primera vez que Violeta sufre acoso policial: “yo lo reconozco al policía que me atacó, en dos oportunidades anteriores ya me ha golpeado, se me burla. Cuando voy a comprar algo al almacén o voy a visitar a una amiga, lo encuentro y me hacen burlas y empiezan a seguirme como si yo fuera una delincuente”, agregó.
Pero la pesadilla de ser una persona trans en Salta no termina aquí, falta ir a la comisaría para hacer la denuncia, “fuimos a la comisaría y lamentablemente estuvimos esperando tres horas junto a Renata Sosa, una dirigente social que nos acompañó a hacer la denuncia. Yo me estaba desangrado, pedimos dos veces que llamen al Samec y a la tercera vez llamó Renata para que venga una ambulancia y le dijeron no habían recibido ninguna llamada anterior de la Comisaría de Villa Asunción”.
Violeta dejó el colegio a los 14 años y al igual que muchas chicas, sostuvo: “la única herramienta que tengo es el trabajo sexual y ahora después esto que me pasó, no puedo salir, quedé muy dolorida tengo temor que ellos puedan tomar alguna represalia porque hice la denuncia, hasta inventaron que se había tratado de un problema de vecinos, lo cual es totalmente mentira, ellos saben que se mandaron una cagada”.
La situación es permanente, ya no podemos seguir mirando paro otro lado, los miembros de la sociedad civil debemos intervenir para detener este atropello, como lo manifiesta la encargada de la columna de género y diversidad, Nicole Erazo, “los que deberían cuidarnos, nos cagan a palo todos los días, ¿qué seguridad tenemos?, Violeta no quiere salir a ningún lado, tiene pánico, está paralizada, con miedo de poder salir a la calle, ¿ustedes creen que justo todo esto?, por favor, pedimos una solución urgente ante esta circunstancia”.
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