sábado, septiembre 21, 2024
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    Pasó Ciro y los Persas con una verdadera fiesta Piojosa en Salta

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    Ciro y Los Persas ofrecieron un show donde repasaron clásicos de Los Piojos y sus mejores hits. Demostraron que su relación con el público salteño se encuentra en su mejor momento. Prometió volver pronto. Por Mariano Arancibia

    Los primeros 5 meses que transcurrimos del 2022, vienen ofreciendo rock para todos los gustos y el jueves 12 de mayo fue el turno para los fanáticos de la variante “nacional y popular”. Ante un gran marco, la banda liderada por Andrés Ciro Martínez, se las ingenió para que ese lugar con pésima acústica como lo es El Delmi suene de la mejor manera posible.

    Para abrir la jornada, primero subió al escenario Emi Livelli con una propuesta que viene abrazando hace tiempo: en modo folclorista inddie, con bombo, guitarra y nada más. Haciendo honor al solemne apellido que acompaña su marca, logró romper el hielo, aunque, por cierto, quedó sobrevolando la pregunta: ¿por qué no aprovechó la ocasión para hacer todo un despliegue tal como lo hizo en su último disco?

    Volviendo a Ciro, cuyo “carisma” a esta altura está de más decir, vale destacar que la faceta abierta con Los Persas le encaja a la perfección. Como Vicentico luego de los Cadillacs, su versión edulcorada, más apta para todo publico, no solo dirigida a los religiosos de la “cultura chabón”, funciona perfecto y quedó de manifiesto cuando tocó Mírenla, Antes y Después, Me Gusta y los hits de su nueva etapa. Como era de esperar, también, se lució tocando la armónica y no faltó su clásica versión del himno nacional. ¿Habrá sido la armónica que le regaló Mick Jagger?

    Con el repaso de los temas de su anterior banda, y una versión muy rockera de Media Caña que fue la novedad en el repertorio, muchos viajaron en el tiempo hacía aquella primera vez que Los Piojos tocaron en Salta. Aquel agosto de 2001, en una provincia donde todavía existía un abrumador peso del tradicionalismo folclórico y la cumbia, desembarcaron en un inusual lugar, en el cual no se volvieron a organizar shows, y con solo 2000 personas que por entonces era una concurrencia significativa. El Centro Sargento Suárez, ese playón deportivo, ubicado en calle Ituzaingó, fue el espacio donde se presentó el disco Verde Paisaje del Infierno, aquel memorable ritual que cimentó la cultura rock salteña, dejando marcada a fuego a la movida en un ciclo ascendente de la banda, coronado con el lleno total de los estadios de Atlanta y Huracán.

    Fue un momento único porque esa exitosa formación solo volvió a tocar por estos lares en el 2004, en el cierre de un Quilmes Rock que incluyó una cartelera increíble: Las Pelotas, Babasonicos, Intoxicados y una banda internacional como Molotov. ¿Qué nos queda como redención de aquel oasis proyectado en el desierto de un valle que de repente se había llenado de rock? ¿Cuán dispersos y precario era todo en ese entonces que prácticamente no están registrado esos hechos? ¿Será apenas un espejismo que mitifica que el pasado fue mejor? Como fuese, lo cierto es que en el Delmi retumbó hace casi dos décadas atrás “Hey, ho, let’s go”, cuando el Pity más ramonero que nunca, cerró con Blitzkrieg Bop. Y muchos quedaron sorprendidos con la energía de un Adrián Dargelos, con una estética absolutamente diferente a lo que estábamos acostumbrados a ver. Tal vez, las mejores páginas de una era singular, por ahora contada en partes, ocurrieron en esos tiempos.

    Mucha agua corrió bajo el puente, y si bien es cierto que esos rituales piojosos no equivalen al mejor show que Los Persas pueden ofrecer, también es cierto decir que tras un panorama pos pandemico, atravesamos el mejor momento que podemos tener y se confirmó absolutamente. Todo el evento salió sin fisuras: con entradas agotadas, en horario, sin excesos de la policía y con una banda totalmente dispuesta.

    Decíamos que algunos fueron en busca de un sustituto de Los Piojos y que eso era parte del éxito. Ni los Piojos eran la gran banda nacional ni Ciro es un careta por haberse convertido en una de las principales ofertas de la industria de la cultura, me dijo un amigo en el intento de explicar el regreso a nuestra provincia del consagrado músico. Es decir, los extremos en la valoración deforman lo que verdaderamente representa en la cultura rockera. Como frontman de unas de las bandas más grandes y como solista, derrocha un talento superlativo.

    En un contexto donde muchos se atrevieron a pronosticar el ocaso de aquella avalancha de bandas nacidas en los 90, lo ocurrido la semana pasada relativiza tamaña afirmación. Hoy es indispensable su vigencia y conviven cómodamente con los “nuevos sonidos” como el trap o el indie.

    Ph: Juan Barthe.

     

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