«A pesar de la importancia de estos comicios, la “precampaña” electoral ha estado marcada, hasta el momento, por la falta de propuestas concretas y un nivel de debate poco elevado, más campaña sucia en redes sociales».
Con la proximidad de las elecciones generales en la provincia de Salta que se llevarán a cabo el domingo 14 de mayo, la campaña electoral está a días de comenzar. Según el cronograma electoral 30 días antes de la elección comienza oficialmente la campaña, es decir el viernes 14 de abril. Si bien esa es la letra de la ley, en los hechos, la campaña ya ha comenzado hace un tiempo.
El actual gobernador Gustavo Sáenz se juega la continuidad de su mandato, que vence el 10 de diciembre del corriente año. Además, en estas elecciones también se eligen intendentes de todos los municipios de la provincia y diputados provinciales, así como se renuevan todos los consejos deliberantes para un nuevo mandato de cuatro años. Sin embargo, a pesar de la importancia de estos comicios, la “precampaña” electoral ha estado marcada, hasta el momento, por la falta de propuestas concretas y un nivel de debate poco elevado más campaña sucia en redes sociales.
Las promesas falsas o vanas en una campaña electoral han traído consecuencias negativas para la población. Los políticos que prometen cosas que no pueden cumplir, generan desconfianza y decepción en los votantes, erosionando la credibilidad del sistema político en su conjunto. Como lo expresó John Locke: «El poder político se basa en la confianza del pueblo». Cuando los políticos incumplen sus promesas, se genera un sentimiento de frustración y desilusión en la población, lo que puede llevar a la apatía política, el desencanto y la disminución de la participación ciudadana en futuros procesos electorales, situación que evidentemente está planteada en nuestro país.
La campaña en las redes
Uno de los aspectos que ha sido especialmente preocupante en esta campaña electoral es el uso de las redes sociales y la propaganda política. A diferencia de otros medios de comunicación, las redes sociales aún no están reguladas por la ley electoral, lo que ha llevado a la difusión de fake news y a un uso irresponsable de la palabra y el discurso político. Es fundamental que las fuerzas políticas participantes de la contienda electoral utilicen de manera responsable las redes sociales y eviten caer en la difusión de información falsa.
La proliferación de noticias falsas o «fake news» sobre los candidatos en las redes sociales, sin duda, puede tener un impacto perjudicial en el proceso electoral y en la percepción pública de los candidatos. Estas noticias falsas, creadas con el objetivo de difamar o desacreditar a un candidato o partido político, pueden propagarse rápidamente en las redes sociales, alcanzando a un amplio número de personas y distorsionando la realidad.
Además, las redes sociales ofrecen un entorno propicio para la viralización de contenidos sin verificar, lo que puede contribuir a la desinformación en el contexto electoral. Es fundamental que los partidos políticos y los candidatos sean conscientes de la responsabilidad en el uso de las redes sociales durante la campaña electoral, evitando la difusión de noticias falsas y promoviendo una participación ciudadana informada y responsable en el proceso democrático.
La ciudadanía también tiene un rol importante en la lucha contra las noticias falsas, verificando la información antes de compartirla y promoviendo un uso responsable de las redes sociales en el marco de la campaña electoral. La transparencia y la veracidad en el discurso político son pilares fundamentales para mantener la integridad y la confianza en el proceso electoral y en la democracia en su conjunto.
Es preocupante que, en lugar de discutir ideas y propuestas, muchos partidos políticos han caído en el uso de slogans vacíos y agresiones verbales y en redes. Por ello es por lo que se hace un llamado a los partidos políticos a que aprovechen esta nueva oportunidad para elevar el nivel del debate y poner sobre la mesa propuestas reales y factibles. La sociedad espera que los candidatos se comprometan con propuestas concretas y no caigan en la demagogia o la promesa de cosas que después no se puedan cumplir.
