No puede recaer exclusivamente sobre los hombros de los más desfavorecidos mientras aquellos que se vieron beneficiados en años anteriores quedan exentos de contribuir al cambio necesario.
El recién asumido presidente de Argentina, Javier Milei, enfrenta un desafío monumental al anunciar un ajuste económico que busca poner fin a uno de los mayores males que aquejan nuestra nación: la inflación desbordada. La sociedad argentina, con su voto, ha expresado una necesidad de un cambio y ha demostrado su disposición a enfrentar los sacrificios que conlleva este ajuste.
Sin embargo, es imperativo que el gobierno de Milei, en su afán de enderezar la economía, considere la realidad de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. El aumento de la inflación, las tarifas en ascenso, la pérdida del poder adquisitivo del salario, así como la recesión y el estancamiento económico, afectarán de manera desproporcionada a los más desfavorecidos.
Este ajuste económico, que según los anuncios gubernamentales representará un 5% del Producto Bruto Interno (PBI), es una medida sin precedentes. Se espera que golpee con fuerza en distintos estratos de la sociedad, y es fundamental que el gobierno implemente mecanismos de ayuda social para mitigar el impacto en aquellos que más lo necesitan.
La sociedad argentina está dispuesta a hacer sacrificios, pero es crucial que este esfuerzo sea compartido de manera equitativa entre todos los sectores. No puede recaer exclusivamente sobre los hombros de los más desfavorecidos mientras aquellos que se vieron beneficiados en años anteriores quedan exentos de contribuir al cambio necesario.
