Salir a las calles de cualquier ciudad de la provincia es enfrentarse a la cruda realidad del tráfico vehicular y las faltas constantes a las normas de tránsito.
La provincia de Salta, con su geografía única y una rica herencia cultural, ha destacado a lo largo de la historia por la valoración de sus tesoros arquitectónicos, su historia, su gastronomía y su vasto patrimonio cultural inmaterial. La hospitalidad y calidez de su gente son características naturales que distinguen a esta región. Sin embargo, detrás de este paisaje encantador y esta riqueza cultural, se esconde una materia pendiente que afecta a todos los salteños: la seguridad vial.
Salir a las calles de cualquier ciudad de la provincia es enfrentarse a la cruda realidad del tráfico vehicular y las faltas constantes a las normas de tránsito. Pocas veces se observa un automóvil deteniéndose en una senda peatonal, muchos motociclistas circulan sin casco, y ceder el paso a un peatón parece ser una excepción más que una regla. Estacionamientos en lugares prohibidos, excesos de velocidad; estas conductas han arraigado en la cotidianidad de las ciudades salteñas.
Estamos ante una «materia previa» que requiere atención urgente. Cambiar conductas arraigadas no es tarea fácil, pero tampoco imposible. En un momento en que se debate el papel del Estado en nuestro país, es fundamental recordar que el Estado es el ordenador social por naturaleza. Ha sido creado con el propósito de velar por el bienestar de la sociedad y, en el caso de la seguridad vial, tiene las herramientas necesarias para actuar.
El Estado debe asumir su rol de líder en esta materia. La responsabilidad colectiva es innegable, pero el Estado cuenta con recursos para campañas de prevención, poder de policía para el control en las calles, cuerpos de agentes, vehículos y sistemas judiciales para sanciones. Es el ente articulador que puede guiar el cambio de comportamiento necesario en los ciudadanos respecto al tránsito.
Uso de rotondas, una luz de esperanza
Un rayo de esperanza en medio de esta problemática lo encontramos en el buen uso que se está haciendo de las rotondas en la ciudad capital. Este ejemplo demuestra que un tráfico ordenado y respetuoso de las normas es posible. Las rotondas, cuando se utilizan correctamente, son testigos de que el cambio es factible y que los salteños pueden adoptar conductas viales más seguras.
Es el momento de que el Estado tome las riendas y lidere la transformación en la seguridad vial. La educación, la prevención y la sanción deben ir de la mano para lograr un cambio real en la conducta de los ciudadanos. La seguridad vial no es solo una cuestión de normas; es un compromiso colectivo que requiere la participación activa de todos. La provincia de Salta merece ser recordada por su belleza y cultura, no por las estadísticas de accidentes viales.
