El reciente encuentro encabezado por el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, con la participación de los ex gobernadores Juan Carlos Romero y Juan Manuel Urtubey, una foto de la política salteña.
Convocados para discutir el Pacto de Güemes, la reunión prometía delinear estrategias clave para el desarrollo de la provincia, enfocándose en inversiones en infraestructura vital para la región. Sin embargo, detrás de la aparente unión y consenso, surgen cuestionamientos sobre las verdaderas intenciones y la percepción pública de este evento.
Bajo la convocatoria de Sáenz, tanto Romero como Urtubey consideraron la reunión como un paso positivo hacia la resolución de cuestiones históricas fundamentales para Salta. Entre los temas abordados, destacaron la importancia de las rutas nacionales 51 y 9/34, así como el desarrollo del Nodo Logístico y Puerto Seco de Güemes. El gobernador Sáenz enfatizó la necesidad de establecer consensos, priorizando el crecimiento de la provincia y dejando de lado las diferencias políticas.
La Sombra de «La Casta»
Sin embargo, este tipo de encuentros no escapan a la crítica pública. En el actual clima político argentino, donde la narrativa de «la Casta» gana terreno, la reunión de estos dirigentes puede ser vista como una manifestación de esa misma élite política que muchos ciudadanos consideran desconectada de las necesidades reales de la gente. La presencia de figuras tan destacadas del pasado político salteño, como Romero y Urtubey, podría ser interpretada por algunos como un retorno a las viejas prácticas, donde la política de salón prevalece sobre el genuino compromiso con el desarrollo regional.
La crítica se centra en la percepción de que estos líderes, a pesar de sus intenciones declaradas, representan una continuidad de la política tradicional. Los ciudadanos pueden cuestionar si este esfuerzo es realmente un avance hacia nuevas soluciones o simplemente un reciclaje de viejas fórmulas políticas que han mostrado ser insuficientes. La inclusión de ex gobernadores en el diálogo sobre el futuro de la provincia puede parecer más un acto de autopreservación política que un verdadero compromiso con el cambio y la innovación.
¿Hacia Dónde Vamos?
El desafío para el gobernador Sáenz y sus colaboradores es claro: demostrar que este Pacto de Güemes no es solo un ejercicio de retórica, sino un verdadero plan de acción que beneficie a todos los salteños. La clave estará en la transparencia de las acciones, la inclusión de voces diversas y la implementación efectiva de proyectos acordados.
Mientras el diálogo y el consenso son necesarios para el progreso, es crucial que estos no se conviertan en sinónimos de inmovilismo y perpetuación de la élite política. La ciudadanía exige resultados tangibles y un cambio real que trascienda las reuniones de alto perfil y se refleje en mejoras concretas en su vida cotidiana. Solo el tiempo dirá si este encuentro fue un paso hacia el futuro o un eco del pasado.