Gustavo Sáenz parece estar quedando rezagado en esta carrera por conseguir el favor de la Casa Rosada. Mientras Jaldo avanza con propuestas concretas y un respaldo visible del gobierno nacional, Sáenz aún no ha logrado capitalizar del todo su supuesta habilidad para gestionar fondos en Buenos Aires.
Desde su asunción al primer mandato, el gobernador salteño Gustavo Sáenz ha destacado su habilidad para gestionar fondos en Buenos Aires como una de sus principales virtudes. En un país donde las provincias dependen en gran medida de los recursos nacionales, mantener una buena relación con el gobierno central se vuelve crucial para asegurar inversiones y financiamiento.
Sin embargo, tras un primer semestre de gobierno nacional, es evidente que el gobernador tucumano Osvaldo Jaldo está aplicando la misma táctica con mayor eficacia. Jaldo ha demostrado un notable acercamiento con el presidente Javier Milei, lo que parece estar rindiendo frutos en términos de beneficios para su provincia. La reciente visita de Jaldo a la Casa Rosada y los acuerdos alcanzados para proyectos de infraestructura y desarrollo económico son indicativos de una relación más estrecha y productiva con el ejecutivo nacional.
Este alineamiento estratégico, común en la política argentina, revela no solo la estructura centralista del país, además evidencia una falta de creatividad y capacidad de las provincias para generar recursos propios. La dependencia de fondos nacionales muestra cierta limitación en la gestión provincial, que debería buscar diversificar sus fuentes de ingresos y potenciar sus recursos locales. No obstante, en el corto plazo, este acercamiento con el poder central puede ofrecer soluciones rápidas y necesarias para enfrentar los desafíos financieros y estructurales que enfrentan provincias como Salta y Tucumán.
Es preocupante observar que, a pesar de sus esfuerzos, Gustavo Sáenz parece estar quedando rezagado en esta carrera por conseguir el favor de la Casa Rosada. Mientras Jaldo avanza con propuestas concretas y un respaldo visible del gobierno nacional, Sáenz aún no ha logrado capitalizar del todo su supuesta habilidad para gestionar fondos en Buenos Aires.
En conclusión, aunque alinearse con el gobierno nacional puede ser una estrategia pobre y poco imaginativa, es una realidad política que, en la práctica, puede marcar la diferencia en términos de desarrollo y bienestar para las provincias. Sin embargo, Gustavo Sáenz debe revisar y fortalecer su estrategia si quiere estar a la altura de su homólogo tucumano y asegurar los recursos necesarios para Salta.
En este juego de poder y política, la habilidad para gestionar fondos no solo depende de la cercanía con la Casa Rosada, sino también de la capacidad para negociar y presentar proyectos viables y atractivos para el interés nacional.
