La falta de iniciativa del gobierno provincial es alarmante y su única estrategia parece ser mendigar apoyo en Buenos Aires, en lugar de proponer alternativas creativas y efectivas para enfrentar la recesión.
En una época de incertidumbre y crisis, Salta se encuentra nuevamente sumida en promesas vacías y anuncios pomposos que no llevan a ninguna parte. Tanto el presidente de la República, Javier Milei, con su Pacto de Mayo, como el gobernador de nuestra provincia, Gustavo Sáenz, con su Pacto de Güemes, han llenado los titulares con sus grandilocuentes acuerdos. Sin embargo, cuando se rasca la superficie, no hay más que artificios publicitarios sin ningún resultado concreto para Salta y sus habitantes.
Por un lado el Pacto de Mayo, presentado con gran fanfarria por el presidente Milei, que promete ser una solución integral para los problemas del país. El gobernador salteño fue unos de los primeros en disponerse a firmar, mostrando, quizás, una desesperada obsecuencia. Sin embargo, los beneficios en nuestra provincia ha sido nulos y sin perspectiva de ningún anuncio al respecto. Mientras tanto, la producción sigue estancada, el comercio lucha por sobrevivir y los inversores continúan esperando señales claras y firmes que nunca llegan.
A su vez, el Pacto de Güemes, impulsado por el gobernador Sáenz, no ha sido más que una copia de las promesas nacionales, adaptadas con un barniz local. Los resultados son igualmente decepcionantes. La incertidumbre se ha instalado en todos los sectores productivos, comerciales y en la población en general. La falta de iniciativa del gobierno provincial es alarmante y su única estrategia parece ser mendigar apoyo en Buenos Aires, en lugar de proponer alternativas creativas y efectivas para enfrentar la recesión.
La zozobra que se siente en las calles de Salta es palpable. Los pequeños y medianos empresarios no ven mejoras, los trabajadores siguen sufriendo la precariedad y los inversores han perdido la confianza en un gobierno que no sabe o no quiere tomar las riendas de la situación. Es evidente que Salta necesita algo más que discursos y pactos sin sustancia. Necesitamos políticas concretas, acciones decididas y un liderazgo que esté a la altura de los desafíos actuales.