“Que veinte años no es nada”, dice el tango de Carlos Gardel.
Pero en Perro sí se notan. Y por suerte.
Por Mariano Arancibia.
El sábado, Peón de Luna volvió a sonar entero en El Teatrino. Dos décadas después de su lanzamiento, el disco no resistió el paso del tiempo, lo abrazó.
Como un vino que supo esperar su momento, maduró con elegancia.
Hubo invitados que engalanaron la noche, sobre todo la presencia de “Pequines” de Niebla; también Horacio de Luca Makonia y Emir Herrera subieron al escenario.
La sala, justa en tamaño y noble en acústica, fue el lugar perfecto.
La banda tocó con la serenidad de quien ya no busca demostrar nada, sino simplemente compartir con el público, que increíblemente sigue renovándose.
Todos salieron con la sonrisa eterna.
Con ese brillo en los ojos que solo deja la música
cuando te habla en el idioma de los años bien vividos.
Peón de Luna sigue girando. Ya no como novedad, sino como ritual.
Como esos vinos que el tiempo no arruina, sino que saben de eternidad.
Reviví algunos momentos:
Fotos y Videos: Agustina Lemetre.