viernes, noviembre 22, 2024
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    La pobreza crece y la clase dirigente sigue jugando

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    “La dirigencia política en Argentina está ensimismada en sus cómodos discursos de ataques mutuos, en busca de resultados relectorales y se muestran incapaces de sentarse en una mesa y poder consensuar políticas de estado para solucionar los problemas estructurales del país”.

    La pobreza es uno de los principales flagelos que afectan a la humanidad a nivel mundial. En Argentina, este problema se ha convertido en uno histórico que afecta a una gran parte de la población. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la pobreza en Argentina subió al 39,2%, alcanzando a 18 millones de personas en el segundo semestre de 2022. La indigencia también aumentó al 8,1%.

    Este aumento en los índices de pobreza es alarmante y requiere de políticas a largo plazo para poder ser combatido de manera efectiva. Sin embargo, la falta de políticas a largo plazo para combatir la pobreza es un problema estructural en Argentina. En gran parte, esto se debe a la inmadurez de la gran mayoría de integrantes del arco político.

    Los políticos en Argentina están ensimismados en sus cómodos discursos de ataques mutuos permanentes y se muestran incapaces de sentarse en una mesa y poder consensuar políticas de estado para solucionar los problemas estructurales del país. Además, estas políticas no pueden ser cambiadas drásticamente cuando cambian los signos políticos en el gobierno. Es necesario que los políticos argentinos comprendan que los problemas estructurales del país deben ser abordados de manera seria y sostenida en el tiempo.

    La falta de políticas a largo plazo para combatir la pobreza es especialmente alarmante cuando se considera la magnitud del problema en Argentina. Los últimos datos del Indec muestran que la pobreza en Argentina ha afectado a 1,4 millones de personas en el último semestre y a 1,15 millones de personas en el último año. Esto significa que la pobreza está aumentando a un ritmo alarmante en el país.

    La línea de indigencia se mide por el costo de la canasta básica alimentaria, y la inflación de alimentos resulta una variable determinante. En la segunda mitad del año pasado, los precios de la canasta básica alimentaria se aceleraron, lo que se combinó con una fuerte caída real de los ingresos del sector informal de la economía. Los salarios no registrados avanzaron apenas un 65% durante todo 2022, 30 puntos por debajo de la inflación. Esto significa que cada vez es más difícil para los argentinos cubrir sus necesidades básicas.

    El último informe elaborado por la Universidad Di Tella, la canasta básica total promedio de la región del Gran Buenos Aires (GBA) para el semestre de septiembre 2022 a febrero 2023 se ubicó en los $48.784 por adulto equivalente. Esto es un aumento interanual de 98,6%. La proyección sugiere que el 42% de las personas viven en hogares urbanos pobres. Estas proyecciones son alarmantes y ponen en evidencia la necesidad de políticas a largo plazo para combatir la pobreza en Argentina.

    Esta falta de políticas a largo plazo para combatir la pobreza es un problema estructural en Argentina. Los políticos argentinos, en algún momento, deberán dejar de lado sus discursos cómodos y trabajar juntos para abordar los problemas profundos del país.

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